NUESTRAS COLABORACIONES

PFAIZER BICENTENARIO y su fuerza marika

Jimmy Britto

Cuelgan. El tu-tu-tú. Ignorancia olímpica. Se paraliza el ratón, el perro, la gata. El concurso, indican dos locutoras y un locutor, se reanuda tras el informe desde el mismo lugar de los hechos: “… ronderos y policías se enfrentan en aire, tierra, fuego; electrocutan campesinos en la Plaza de Huanta, hasta que pierdan los dientes y el SIS; los de la sierra, machete en mano marchan combativos hacia el Congreso peruano; rencorosos anuncian, pegarán una cosa seca, la Constitución, con nuevas babas, apropósito del romance confirmado por horas de la tarde del Viernes Santo, entre Gianluca Lapadula y Aladino. Suerte muchachos. Directo en directo…”

Apagaron la central eléctrica como a las once. Mi hermano mayor dejó en el otro cuarto a su mujer; nos levantamos de la cama y tras un humo de llanta en llamas, las balas reventaban el techo de mi colegio nacional a media cuadra, de donde vimos a Perú jugar su Mundial la promoción. Empezaron a matarlos. Todos respirando bomba lacrimógena. Con choclos y chompas en mano intentaban mis vecinos defenderse. Mi abuela y su terquedad irremediable de sacar la cabeza por la ventana tarántula de fierro; gritarle a la turba temblando de ira, que si no le decían quién había roto el vidrio no les devolvía su piedra. En casa, esa mañana no se cocinó.

La policía cerró a bomba y palo toda iniciativa aperitiva. En las débiles ondas de la radio decían, que este desastre neoneo indígena, se expandía a otras zonas del país levantado en simbolismos, enemigo de Húsares, y paracaídas. Vil mentira, pues nuestro abogado público no cuenta de variantes fonoéticas en el alto castellano del pendejo. Solos éramos en Cocachacra, resistiendo, decían los políticos en la radio, como meros temperamentos de negación imbécil; que nos pondrían aplicar una ley especial para vender ellos, nuestras tierras y nuestras vacas, conejos, choclos, un lugar agradable. Recordemos que la Policía Nacional mató innumerables calatos nuestros. Esta guerra contra minas y telefónicas.

El narco mexicano ya compró nuestras tierras a Fujimori, Toledo, García y Humala sin nuestro consentimiento. Era mi primera verdad de humano de dieciocho años. Iba de arriba abajo con una radio cruzada. Estábamos todos de acuerdo que esa idea de progreso, nos partiría el alma. Agarro mi radio portátil. Le meto pila, me meto un pique a lo Messi para alcanzar a sacudir al policía, que los Espinoza han agarrado junto a las cantutas que daban color a los columpios; a los restaurantes de sentimentalistas hambrientas.

Llegaron otros policías a llevárselo al padre de los Espinoza. El tío Espinoza…, encapuchados los policías samaquean sus dos largas canillas espinosas de tío Espinoza; sus riñones espinozos son aplastados, escupidos, fulminando eso de admirable en lo patriarca. Por estas razones, la masacre y su meada potente, al SUAT que agarramos en la otra esquina; merecida cosa.

Rechazo -cuando la tarde- a toda instalación de electrolitos, machines, que matarían pajaritos, coyotes y gusanos: nuestros pequeños amigos. No queremos esa mina diabla al ser triste, por inhumano y malnaturaloso al aire mismo. A los ancianos nuestros, anuncian en la radio alarmista, fiscalía los acusará de ir caldeando el espíritu de la población productiva, jóvenes del Bisexualismo peruano. La denuncia incluye a hermanos machistas, profilácticos, campesinas, profesoras, jornaleros, vendedores, haraganes, promoviendo esos doctos del poder judicial el asco a quienes manifestamos por el respeto a la Tierra, a nuestro concepto de verde y luz.

Y toda el agua del subsuelo se la llevarían; las anguilas fenecerían o morirían, analogía Bryce, junto a las mariposas. Sandra, que los tombos no te manoseen, mi vida chilinguera de toronjas blancas. Porque te agarraron ayer cuando desinflabas una llanta al patrullero. El arroz, los vegetales, sus sabores fuertes retrotrayendo la naturaleza granjera de Cocachacra, languideciendo así la tierra dulce para el sembrío; el golpe de calor reconfortante de la tarde sería destemplado, por el tractor oruga de 200 años de largo; no queremos terminar la secundaria, pero tampoco ser apolíticos.

Bombas. Abuela. Su cabeza, ordena retirada al hogar, donde hay merienda. Una noticia mientras el sudor va al plato. Una información personal del dueño del programa de radio: “¿Almohada, del gran José José, acaso El Principe?, una canción al infante ahogado y muerto; potente y explayado el mexicano en sus mejores épocas En cuanto a la enfermedad en plena III Guerra Global, esta mascarilla celeste que usamos en el Bicentenario es la historia para no morir rápido en este maligno cuento del Ho Chi Min más pulmonar”.

Invita el locutor luego de una pausa, a un raro. Empieza saludando y alucinando. 6 pm. Nosotros solo tomamos toda la sopa, escuchando remotos con atención a ese hablador sin posición, que repite ‘submediático’, haciendo vibrar el corchito del parlante; comemos choclo y carne seca, apretando las pilas, que se descargan contundentes -cuatro cojinetes como el dibujo de Teszla-, resorte de la radio de donde resopla: “LO SUBMEDIÁTICO, EL ARCHIVO Y LA TRADICIÓN: SEMIÓTICA Y DISCURSO DEL ROSTO EN COVID-19 / ENSAYO PERDEDOR / ESCRITO POR JIMMY / PARA EL CURSO DE LINGÜÍSTICA DEL TEXTO. “La realidad es todo aquello que se ha quedado fuera del archivo, lo no entendido, como el español por el americandino antiguo; en el archivo no se recoge tanto lo que es importante para los hombres en la ‘realidad’ (pues nadie sabe, qué es importante para los hombres) sino que en él, solo se recoge, más bien, aquello que es importante para el propio archivo, (o los compradores para manipular civilizaciones, con su biopoder, de dichos archivos). Quisiera empezar definiendo lo que es discurso, para efectos del presente trabajo académico: Estudios y análisis interdisciplinarios (quiere decir, varias disciplinas crean un objeto de estudio, que todo el tiempo está en constante construcción) y que estudia la comunicación social, donde actúan formas de poder en contextos específicos: política, religión, salud, publicidad, moda, televisión y televisores; es decir, todo aquello que diga algo en montajes simbólicos de toda catadura. Permite entender las prácticas discursivas que se produce en toda la esfera de la vida social, en las que el uso del lenguaje –escrito y oral- y simbologías –colores, estructuras, sonidos, etc.-, forman parte de un todo discursivo, una semántica en constante devenir histórico.

En el Perú, en términos del análisis y /o estudios del discurso lingüístico de la pragmática, se viene dando una especie de isotopía, es decir, lo que Jacques Fontaneille llama “una repetición”, una constancia simbólica en el bloqueo o distorsión del rostro humano por razones de salubridad o prevención, a propósito de la pandemia COVID – 19: la mascarilla es el elemento de distorsión del rostro y/u soporte-archivo. De uso obligatorio en el Perú, esta especie de sobre-rostro, que oculta nuestra faz, nuestros rastros físicos de la cara, a lo que llamaremos lo submediático, corrompe el archivo que nos referencia en el mundo externo o social.

Dicen que soy un soñador

Que sueña

Y otros dicen de mí

Adiós. Me voy a otro lugar

Y si la tristeza

Me alcanza

Y si la tristeza me alcanza

Me cubriré con el agua

De la mar. Y no he más

De morir

Y no he más.

-Luis Hernández-

Para Lucas. Tierra, fuego, aire.

mitología

paisaje anterior / mural iconográfico en alto relieve

TALLER DE PIROTÉCNIA

Alberto Río

“Las utopías socialistas y anarquistas,

carecieron de raíces en el suelo autóctono”.

José Matos Mar

“La vida es la única realidad azul que nos cautiva”.

Cesáreo Martínez

Donde cayó aquella saliva espesa brotó un bloque de granito El ajeno y trasparente aliento de los invertebrados hizo del lenguaje una herramienta para el amor Ninguna criatura humanamente animal racionalizó la pérdida Y como especie reconciliada con la tierra fuimos ungidos con el espumoso relieve de su placenta marina / Así arrojados al fulgor de un hábitat silvestre donde el alimento se aderezaba con la vigilia de los cuerpos en reposo Nuestros nombres adquirieron la humedad del musgo sobre la piedra e imitaron el murmullo trepidante de las ramas / Bastaba una palabra para abrigar de vida a la cantuta más tierna que se encendía con el graznido incendiario de las aves Cada nervio anudado a la constelación del músculo y la trilla Cada grano melódico expectorando en silencio aquella g   e   o   g  r   a    f   í    a    s  e  n    t    i    m   e   n   t   a   l

pequeñas fábulas

paisaje anterior / collage con retazos de historia

FÁBULA SOBRE LOS COLORES DE LA BANDERA

(siglo XIX)

No fueron las pariguanas vestidas de patria

ni el vasto cielo azul de aquel sultán soñoliento

En las fosas comunes de la memoria

hubo una tregua de sangre

un grito coagulado en nuestras venas

Pero la higuera brotaba con rencor

y el pan tantas veces prometido

empezó a podrirse de lluvia

FÁBULA DEL DESBORDE POPULAR

(siglo XX)

El pueblo es un afiche color campo

y en el humo de las cocinas a querosene

aletea la bandera de nuestra prosperidad

Quinientas variedades de papa

esparcidas en un campo de abrojos 5

Trasplantados a esta nueva piel

aprendimos a reciclar nuestra amargura

incendiando el corazón de plazoletas coloniales

epílogo

contra la antropología académica / retablo ayacuchano

En el principio fue el hombre

y su furor

—omnívoro—

de estrellas

Los viejos códices del aire

alimentaron su vocación de vuelo

Y como fósil vegetal

que cuelga de la caverna-madre

EL FUEGO TIZNÓ EN SU PIEL

MITOLOGÍAS

En tanto

c o n i n d e l e b l e e m o c i ó n

el viento tartamudea su hist[o/e]ria:

1. Niños líricos en el taller paleolítico del padre

2. Por las arenas del cuerpo se sublimaron las aves

3. Ningún edificio resiste el peso de una palabra

4. Porque de espirales y nudos se ha dicho ya

|bastante

5. Utopía: el gran quipu tecnológico

5 “Fue cuando el poder hegemónico se vio imposibilitado de ejercer la misma presión a las nuevas formas de producción y representación en la capital” (Matos, 1984: 107).